domingo, 26 de julio de 2015

México DÍA 6: Al que Madruga el Chamán le ayuda

DÍA 6: Al que Madruga el Chamán le ayuda
Sí, era temprano, muy temprano. Se podría decir que las 2 o las 3 de la madrugada. Se podría incluso decir que las legañas aún no se habían incorporado a nuestros ojos. Al salir de la habitación con las maletas miré aquella sala, allí estaban, eran Pentiums y yo llevaba sin conectarme a la red siete días. Había pasado el mono.
Montamos en la guagua casi a oscuras y desde entonces no paramos de girar y girar. Jungla y lluvia nos acompañó toda la madrugada, eso sí, el amanecer… El amanecer fue espectacular e inspirador. Descubrimos un águila que nos seguía mientras a lo lejos veíamos aparecer al Sol entre las nubes. Desayunamos un juguito de frutas tropicales en una especie de “guachinche” mexicano y la verdad que estaba bueno, que digo bueno exquisito.
Posteriormente hicimos la primera y única parada, el Cañón del Sumidero. De la guagua a una lancha. Y allí estábamos, en medio de un río de largas proporciones que te hacían parecer minúsculo frente a las increíbles caídas de agua que recorrían los acantilados a estribor y babor. Cansado o no, lo cierto es que respiré tranquilo, incluso con los caimanes que pululaban al lado de las lanchas. Aquel espacio era brutal y nunca había tenido un referente parecido, todas las sensaciones, nuevas.

Terminado el paseo continuamos hacia Tuxtla Gutiérrez, nuestro destino real. Nos habían advertido que fotografiar en zona zapatista era peligroso porque sus gentes no estaban acostumbradas y ciertas creencias les hacían pensar que robábamos sus almas. Respeté sus deseos y las imágenes las guardo en mi mente y corazón.
Es poner un pie allí y sentirse como en casa. No sé si por el parecido a mi ciudad o por las fiestas de sus gentes, pero ¡estábamos de lujo! Y hablando de lujos, a que no saben a quiénes les tocó dormir en el hotel de 5 estrellas… Exactamente, el Méxica y yo éramos de los poquitos afortunados.
Marchamos a cenar y disfrutamos del ambiente festivo tomándonos unas cervecitas en la azotea del hotel. Miré a la montaña e imaginé el día siguiente, nada que ver con lo que nos esperaba. Si hasta ahora la humildad me había llegado de manera cariñosa comenzaría a partir del día siguiente a ser bastante agresiva.

jueves, 16 de julio de 2015

México DÍA 5: Conversaciones con un árbol

Me prometí hace cuatro años que escribiría sobre ese viaje iniciático que hicimos a México. No sé muy bien que pasó pero me gusta cumplir mis propias promesas. Quizás demasiadas experiencias que no logré entender, quizás la vuelta y captura del mundo occidental con sus móviles, sus ordenadores, sus obligaciones me distrajo. Hoy continúo con mi historia, cuatro años después. Con las lagunas que ello conlleva y con los cambios que yo he experimentado.
Día 5: Conversaciones con un árbol.
Contarles estas cosas ahora me da un poco de vergüenza, es decir, ya trabajo y soy un tipo serio, pero quizás sea eso por lo que quiero continuar y escribir esto, quiero dialogar conmigo un rato.
Levantarse en el Hotel Misión de los Ángeles en Oaxaca es toda una experiencia, más cuando te vas a acostar pensando en abducciones y posesiones demoniacas. Parecía que el Sol volvía a salir y nos vino muy bien, nuestro destino era Monte Albán.
Al llegar a la cima de aquella montaña lo primero que piensas es cómo han construido eso allí arriba y cómo lo han aplanado. Antes de llegar a las espectaculares pirámides que configuraban la ciudad, pasamos por lo que habían descubierto recientemente los arqueólogos como supuestas tumbas mayas. Lógicamente quisimos entrar y así lo hicimos. Bajamos unas escaleras de madera y al llegar abajo encontramos unas losas de piedra, me gustaría ver una foto y recordar mejor cómo era aquella distribución pero, cosas de la vida mi cámara dejó de funcionar en ese preciso instante.
Salimos y sin darle demasiada importancia al evento nos reunimos en la ciudad haciendo un círculo. Con los pies descalzos respiramos profundamente y comenzamos una meditación. Mis recuerdos son bastante psicodélicos, pues vi como las plantas, las hojas de los árboles y el césped pasaban de ser verdes a amarillos. Paseamos sin más por la ciudad y los guías hicieron un experimento que me trastocó mis creencias. Haciendo una especie de imposición de manos sobre una persona durante unos minutos, conseguían levantarle con un solo dedo. Marcado por aquel evento me metí en un museo de por allí, donde había una exposición de penes de piedra.
Hablé con uno de los guías y le dije que lo que había visto me había cambiado (no los penes, sino la levitación). Él no le dio importancia y continuamos al siguiente lugar, Mitla.
Al llegar vimos un palacio espectacular, muy bien conservado. Muerto por el calor decidí convertir mi pashmina en una especie de turbante y vaya que si lo conseguí. Bueno, en realidad yo no, si no que más de medio grupo que viajaba con nosotros intentó hacer su nudo mágico para mantenerme la cabeza fresquita. Siguiente destino, el árbol de Tule.

¿En serio vamos a ver un árbol? Estoy en México, ¿unas fajitas, unos tequilitas? Mientras me acercaba al susodicho, en mi cabeza se planteaban esas preguntas y fueron las más estúpidas de mi vida. Erguido en medio de una plaza central allí estaba, el gran Árbol de Tule. De su tronco surgían mil caras, el león, la cabra, el elfo… No se por qué, pero a mi el que algo tenga forma o cara de otra cosa no me extraña demasiado, quizás por lo de ser arquitecto. Lo que me llamaba la atención era la frondosidad de sus ramas y sus hojas y allá que fui. Me perdí entre su follaje y cerré los ojos dejando que el viento las moviera por mi cara. Pensé en como absorbía mi historia y el me daba la suya, imaginé que haría lo mismo con el resto de personas y les contaría mis secretos, era una especie de Facebook ancestral. Perdí la noción del tiempo y estuve solo un rato bastante largo, salí como si me hubieran quitado mil pesos de encima. Le despedí con un guiño de ojo y un saludo a lo militar, una vieja coña que tenía con un colega de la infancia y otro árbol.

Nos fuimos pronto a la cama, el día siguiente comenzaba muy temprano. Una larga carretera y un nuevo destino.

martes, 21 de febrero de 2012

Breve silencio

Hoy no estoy para escribir, quizás en unos días.

lunes, 20 de febrero de 2012

México día 4: Ciudad de los Ángeles

Día 4: Ciudad de los Ángeles
Pese a la luz parpadeante de nuestra habitación de hotel, esa noche dormimos como verdaderos angelitos. Tomamos nuestro último desayuno en el DF y nos embarcamos con destino a Oaxaca. Antes de iniciar el viaje paseamos por la plaza del Zoco y vimos la catedral. Es un verdadero reto arquitectónico como sigue en pie, ya que se levanto sobre una laguna y sus cimientos han cedido en algunas partes provocando el hundimiento de la misma. Es una sensación extraña y da cierto “mareillo” caminar entre pilares casi inclinados.
Partimos con destino a Oaxaca pasando antes por Puebla. Este sitio es fantástico, se trata de una ciudad colonial muy bien organizada y con una arquitectura exquisita. Realmente me sentía como en casa ya que en cierto modo era como La Laguna. Paseamos por sus calles reticulares y visitamos la catedral dedicada a Santo Domingo. Luego vimos la capilla del rosario, de estilo barroco y yo diría que casi rococó. El oro de las paredes me hizo sentarme durante unos minutos a observar la luz del lugar, realmente acogedora. Puebla también es conocida como la Ciudad de los Ángeles ya que por todos lados hay esculturas de estos seres. No se si es por la imaginería o por lo bien organizado que está todo, pero se estaba realmente bien en ese lugar.



De Puebla recuerdo a su gente y su comida. Eran divertidos y simpatiquísimos, sólo te digo que unas chicas se pararon para hacerse una foto conmigo porque por lo visto les recordaba al novio de la Nancy, jajajaja. Luego me enteré que viene a ser el Kent de la Barbie. Comimos y he de reconocer que ya estaba malo de la barriga, cosa que no se me fue hasta llegar a Madrid, eso sí, no le presté ni el más mínimo caso, los nachos son increíbles y las fajitas están buenísimas.
Hicimos la digestión y ya sí nos fuimos con destino a Oaxaca, el viaje fue largo, pero divertidísimo. Aproveché para desinhibirme un poco y con el subidón que las mexicanas me habían dado me puse a cantar y contar chistes junto con mitad de la guagua. En una de las paradas pudimos observar a uno de los abuelitos de México, se trata de un gran cactus con cientos de rostros y formas parecidas a humanos, animales y ciertos seres ¿mitológicos?.
Continuamos y de pronto tras un momento de sombras aparecimos en lo alto de un barranco sobre el que se tendía un manto de montañas con cientos de tonalidades verdes. Vimos a lo lejos como las nubes se apartaban y dejaban escapar al Sol, mostrándonos la mejor sensación lumínica que había tenido nunca. No se si era por la niebla o por la humedad, pero el valle me recordó a los paisajes de fantasía que se narraban en cuentos como el señor de los anillos. Me subí a una piedra y me sentí un guerrero protector de la madre tierra, a mi mente vinieron reflejos de todos esos juegos de rol en los que el personaje con su espada antes de una batalla sube a lo más alto a meditar. La montaña nos mostró todo tipo de secretos, cuevas, grietas, árboles, águilas y algún que otro rostro escondido.
Seguimos el viaje cantando para finalmente llegar casi de noche a Oaxaca, por cierto, nos quedábamos en el hotel Puerta de los Ángeles. Me encantó, se trataba de un pequeño bungaló en medio de la montaña que dejaba escuchar sonidos realmente asombrosos de animales que desconocía. Uno de mis primeros retos fue enfrentarme a la idea de conectarme a Internet, lo superé jajaja. Cenamos increíblemente bien, que bueno estaba todo. Después, simplemente nos reunimos el méxica, yo lo llamo así pero es mi compañero de habitación, junto con nuestras dos hermanitas de viaje (por temas de anonimato y privacidad me ahorro los nombres). Estuvimos hablando temas de misterio, espíritus, extraterrestres, conspiraciones, etc. Esto parecerá un poco raro, pero si además le añades que estás rodeado de la selva, que el cielo estrellado es mil veces más brillante que el de Madrid y que los monos y alguna que otra cosa rara sonaba a lo lejos, el cague estaba asegurado. Para colmo las chicas empezaron a sentir cosas y las “jodias” nos las contaban sin más, lo siento pero me tuve que levantar con muchísimo miedo y volver a la habitación a dormir, cosa que no pude hacer con tantas historias que me contaron jajajaja. Ahora que lo recuerdo, creo que el mexica y yo hicimos una especie de striptis improvisado en la habitación porque nos pusimos el pijama con la ventana abierta, hablo de un ventanal de 2x4 aproximadamente. Efectivamente, al final del viaje me confirmaron que nos habían visto vestir jajajaja, de entre la sombra de las palmeras a parte de monos aulladores estaban varias chicas del grupo hablando de sus cosas en la oscuridad de la noche jajajaja, que risas.

domingo, 19 de febrero de 2012

México Día 3 segunda parte, bienvenido al mundo real


Pasado lo que tenía que pasar, retomo las aventuras que vivimos en tierras mexicanas en busca de nosotros mismos. Lo malo es que probablemente olvide detalles que no están tan frescos, lo bueno es que lo realmente importante surgirá. Disfruten.
México Día 3 segunda parte, bienvenido al mundo real

Después de salir de la cueva y ciertamente preocupado por el picotazo de la araña me metí en la guagua con muchos más nervios de los que tenía. En la cabeza llevaba el pañuelo rojo, símbolo de los guerreros del arcoíris y en el pecho colgando la piedra de obsidiana que nos ofrecieron como regalo. El silencio se apoderó del autobús, probablemente porque la prueba más dura estaba al llegar, para colmo me entró un hambre asombrosa, había desayunado poco precisamente para hacer lo que teníamos que hacer.


Llegamos al lugar y nuestra sorpresa fue descubrir que era el mismo sitio en el que un día anterior estuvimos comprando artesanía y bebiendo mezcal. Es importante porque tanto mi compañero de viaje como yo estábamos realmente preocupados por no volver a ver los ojazos increíbles de la vendedora y como por arte casi mágico allí estábamos de nuevo.
Entramos a la finca y pude ver el temazcal. Se trataba de una cabaña en iglú tapada con varias lonas y sostenida por ramas de caña. Alrededor cientos de piedras comprimían la estructura para darle soporte y energía. El diseño era simple pero increíblemente simbólico, allí estaba el útero de la madrecita tierra.
Antes de entrar hicimos una serie de rituales y meditaciones, nos quitamos la ropa y nos concienciamos. Una mujer anciana nos iba dando la bienvenida al temazcal regalándonos una rosa roja como la sangre, luego te miraba a los ojos y te decía unas palabras que mágicamente tenían que ver con las circunstancias de cada uno, “bienvenido guerrero del jaguar”. El siguiente paso fue entrar en el temazcal pero antes cogiendo un puñado de flores para lanzarlo al fuego donde las piedras se estaban calentando, ellos las llaman las abuelitas. En el acto de tirar al fuego verbalizabas tu intención para contigo.

Como no quiero revelar mucha información sobre lo que ocurre dentro del temazcal por si algún día alguien desea practicarlo y sorprenderse, sólo diré un par de cosas. Lo primero es que para entrar uno tiene que agacharse y entrar por una especie de puerta casi vaginal. Dentro me encontré la absoluta oscuridad, un hueco en el medio que llaman el ombligo y donde van las abuelitas y una especie de altar de hierbas y flores colgando de la bóveda. Todos nos colocamos y comenzó nuestra aventura. Las piedras comenzaron a entrar, Totzly nos guió con unos pasos de preparación y simplemente me dejé llevar. Pasaron muchas cosas, sólo diré que estuvimos cuatro horas dentro cuando realmente para mi habrían pasado 30 minutos. No pude aguantar hasta el final porque estaba un poco mareado y realmente había conseguido respuestas a lo que buscaba.

Al salir te vuelves a agachar y sales a rastras, el barro entero de tu cuerpo te acompaña hasta que coges la manguera y te empapas de arriba abajo, que lujo. Había vuelto a nacer, esta vez de la madre tierra. Pero por si fuera poco mi experiencia no acaba ahí, de los 80ºC del interior del temazcal pasé a una tormenta de lluvia que de pronto comenzó a caer. Me quité la toalla de encima y me fui al césped junto a un árbol, dejé que me lloviera encima y que los restos de barro fueran arrancados por las gotas y en un extraño sentimiento de empatía miré al árbol en el que estaba. Al ver como resbalan la gotas por sus hojas me puse a llorar sin motivo alguno que el de haber dado un pasito más en mi vida. Fue maravilloso y aún ahora casi siete meses después, sigo teniendo un nudo en la garganta cuando recuerdo ese momento.

Los cánticos de mis compañeros aún dentro del temazcal me hicieron dudar si debía haberme quedado, que bonito sonaba:

“tierra mi carne, agua mi sangre, viento mi aliento, fuego mi espíritu”
Al terminar todo, nos vestimos y fuimos a comer. Después de la limpieza que te metes dentro del temazcal te aseguro que o tienes mucha hambre o muy poca. La piel la tenia suave como la de un bebé y mi tos nerviosa había desaparecido, era realmente milagroso.

A la tarde y molidos en muchos sentidos nos fuimos a ver la Iglesia de Guadalupe. Casualmente coincidía con el día en que se peregrinaba así que estaba bastante lleno de personas. Independientemente el edificio era realmente bonito en su interior y que curioso me recordaba al temazcal, también era casi circular y abovedado y con unas luces puntuales pequeñitas que se filtraban y recordaban a lo que vimos allá dentro en el ombligo de la madre tierra. Amy nos contó la relación que existía entre la aparición de la virgen de Guadalupe con las posibles diosas mexicas y como probablemente se cambió el nombre de la diosa de la tierra Coatlicue a Guadalupe. Al terminar nos fuimos a la cama realmente cansados, vaya sueños que nos esperaban.


martes, 27 de septiembre de 2011

Ves


Una hoja cae tan lenta.

martes, 13 de septiembre de 2011

Nervios... exprésalos


Llevo gran parte de mi vida reprimiendo esos queridos calambrazos en el estómago y esa maldita tos que no me deja hablar hasta que un día me enseñaron lo importante de expresarme sincera y congruentemente.

Si algo te afecta, dilo. Exprésalo tal cual, te ayudará a liberarte de intentar demostrar que no lo estás y realmente te relajarás porque la otra persona, en general, se intentará poner en tu lugar. En cierto modo es literalizar tu problema, reírte de él y tomar consciencia.